POR OBJETIVO, LA VERDAD

Blog subordinado a la busqueda de la verdad (y siempre recordando que somos humanos y errar es lo propio)

martes, 1 de abril de 2008

MAGISTER DIXIT

En la naturaleza cada ser vivo es distinto en tamaño, composición, forma, etc. Así se pueden ver diferentes clases de árboles y como nos demuestra la experiencia, es muy difícil encontrar dos árboles iguales, sólo hay que observar un poco un bosque y darse cuenta de las diferencias que existen, aquí unos pocos árboles altos y robustos, allí otros medio secos, y al otro lado algunos que ya han pasado a ser parte del fermento del suelo.
Igual que los árboles, cada ser humano es distinto. Ya desde los primeros minutos de vida, dentro del vientre materno, cada uno es diferente: unos más grandes, otros más activos (algo que nota la madre con facilidad por la gran cantidad de patadas que da), etc. Durante el crecimiento, hay una serie de personas que influyen en la forma de pensar, de ser, de actuar. Empapan su sabiduría y su experiencia sobre los que saben oír. Poco a poco, el sujeto empieza a interactuar con otros, habla, discute, investiga y aporta los conocimientos propios. Así cuando una persona muere, no lo hace del todo, sigue viviendo, la relación que ha mantenido, ha calado en las gentes que han sabido descubrir la parte de verdad que sus palabras encerraban. Esto no es ningún invento de este siglo, muchos casos en la historia se han dado que demuestran la teoría.
Tomás Moro influyó en los hijos, la mujer, los criados. Transmitió educación y valores, una cruzada que le costó la vida, un hombre que vivió como pensó, gran Canciller, entrañable padre y perfecto maestro. A su muerte, todos los que a él habían acudido en busca de consuelo, del tipo que fuera, mantuvieron el espíritu de Tomas Moro vivo. Claro ejemplo es su hija mayor, Margarita Moro Roper, a la cual, el Rey en un intento de procesarla, envió la guardia Real a su casa y se la encontró haciendo lo que antes había hecho su padre con ella, educar a sus hijos.
Al igual que en el monte, en la carretera, o en la mar, en la vida hay un camino que aunque no creamos bueno, en la entrada, un cartel reza que es el correcto. La cabezonería y falta de humildad desvían hacia el precipicio, pero gracias al maestro, se puede rectificar el rumbo y llegar a buen puerto. Que grandes han sido muchos de los que esta tierra ha pisado, y aunque no tanto sus maestros, fueron la chispa que con el gas incendiaron las almas de sus pupilos. Si en la sociedad que vivimos hay un problema del que deriven el resto, es la falta de maestros que enseñen la asignatura de la vida sumado a personas sin oídos.

2 comentarios:

El Espantapájaros dijo...

Qué pena que no publiques más a menudo, porque estos artículos tuyos son precisamente aleccionadores e invitan a la reflexión.

Son interesantes las dos ideas principales que expones. La primera, la de los árboles. Excelente metáfora. A mí, qué duda cabe, me hubiera gustado ser un roble como el del Partido Conservador británico, pero hay que conformarse con ser una zarza maligna y obrar en consecuencia. Conócete a ti mismo.

En cuanto a los maestros, ahí sí que hay que elegir bien. Yo he tenido alguno más propio del Reverso Tenebroso que otra cosa. Un punto importante es aspirar siempre a mejorar lo presente, en la medida de lo posible, claro.

Y por supuesto, destacar la frase o expresión del día, ese "vivió como pensó". Nunca mejor expresado.

Un saludo

Anónimo dijo...

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